Tener el último modelo de teléfono móvil del mercado se ha convertido para muchas personas en toda una obsesión. Hay quien incluso lleva esta locura un paso más allá al cambiar su terminal año tras año para seguir fielmente las nuevas tecnologías. Adaptarse o morir, dicen. Sin embargo, no todo el mundo puede permitirse el lujo de pagar la escalofriante cifra que cuestan dichos aparatos. Adquirir un móvil de segunda mano puede ser una magnífica opción de estar a la última sin necesidad de empeñar un riñón.
La crisis e Internet han tenido y tienen gran parte de la culpa de que los usuarios prefieran esta nueva forma de negocio. Cada vez son más los que se lanzan a la aventura de vender online esos aparatos que ya no usan y que solo ocupan espacio en los cajones. Aplicaciones móviles como Wallapop, Vibbo (antes Segundamano) o incluso páginas webs dedicadas a este nuevo hábito de consumo facilitan al usuario la experiencia de formar parte de esta tendencia que ha llegado para quedarse.
Se trata de un negocio que cada vez está más en auge y donde lo usado vuelve a tener una segunda oportunidad. Para unos es una sencilla forma de sacarse un dinero extra, para otros la única manera de tener aquello que ansían (como un teléfono móvil) a precios más asequibles. Es la ventaja de la segunda mano: hacernos con aquello que otros ya no quieren.
Lo que diferencia a esto de las segundas oportunidades con respecto a otras formas de vender y comprar es el precio. Como es lógico, lo usado se devalúa con el tiempo y el uso (salvo las antigüedades, pero no es este el caso). Y no es lo mismo pagar los más de 700 euros que cuesta el último iPhone nuevo en cualquier tienda, que gastarse 200 menos en adquirir el mismo terminal y con las mismas prestaciones aunque ya usado.
Pero aún con todas sus ventajas es inevitable que surjan dudas: ¿estará en buenas condiciones? ¿Dará buen resultado? ¿Me arrepentiré de haberlo comprado? ¿Qué pasa si da problemas? La confianza en lo que compramos y en dónde lo hacemos adquiere un papel cada vez más relevante.
Para evitarnos sorpresas desagradables existen algunos ‘trucos’ o consejos que nos pueden ser de gran ayuda. Es importante que comprobemos el producto por nosotros mismos (siempre que nos sea posible). Otra forma de ‘cubrirnos las espaldas’ es pidiendo la garantía. Muchos productos, aunque de segunda mano, conservan la propia del fabricante. A otros se les añade una extra. Y por supuesto lo más importante: asegurarnos de que la web donde vamos a realizar la compra es de fiar.
Aún con todo, no hay una fórmula mágica que nos permita saber de antemano si eso que adquirimos nos va a dar el resultado que esperamos. Confiemos en que sea así.